jueves, 1 de agosto de 2013

La paciencia de la araña

Decile a Lucero que lamento no tener más tiempo para ella. Imagino que ella lo lamenta tambien.

Mandale un beso a Cami, decile que lamento no poder abrazarla cuando llora. Y que no quise irme sin saludarla.

Avisales que habrá gente diciendo cosas feas de mí, que las van a poner triste. Que no les hagan caso: papá las ama.

No quiero dejarte sola, pero tengo que. Sé que vas a defender nuestra parada como una leona, y vas a esperarme. Como siempre.

Voy cansado, sofocado, pero no bajo los brazos. La vida pierde sentido cuando te roban los sueños. Y no podemos vivir con lo que sobra.
Porque no sobra nada.
Esa es la verdad.

Me voy a laburar. A un lugar en el que opinan que primero está el trabajo, que la familia es un asunto doméstico, por lo que es considerado un tema menor.

La paciencia de la araña no es de chicle, y antes de darme cuenta estoy solo, mirando el piso. Y no hay nadie que pueda salvarme de saltar abajo del tren. O de matarlos a todos.

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